Esta novela de Márgara Averbach fue publicada ahora, en mayo de 2020, por Letras del Sur, con la edición de Nora Fabiana Galia (si vivís en GBA o ciudad de Buenos Aires, lo podés comprar online muy fácilmente en el sitio web de la editorial, como hice yo, y te lo llevan a tu casa sin cargo).
Antes de comentar la novela, quiero hacer una nota marginal sobre lo significativo y valioso (valeroso) que resulta que alguien publique una novela en esta coyuntura. Que se edite y publique un libro siempre es una fiesta, pero hoy lo es más: porque es una apuesta a la esperanza en nosotros mismos, en que la vida continuará después de la pandemia, en que seguimos y seguiremos necesitando (más que nunca) historias para contarnos y que nos cuenten. Y en los años que vendrán, cuando se hable de este libro, se dirá: “salió en mayo de 2020” y todos asentiremos en silencio, porque sabremos lo que significa.
Pero bueno, no me quiero extender demasiado, paso a comentar norreseñar el libro, no se vayan.
Se trata de una distopía. ¿Siguen existiendo las distopías, cuando parecemos inmersos en una? Claro que sí. ¿Hay necesidad, de leer una distopía? Más que nunca. Hoy, la lectura de una distopía se resignifica y se complejiza, en tanto la ficción se conecta con más fuerza, con más hilos, a la realidad que vivimos.
Además, esta historia cuenta algo que conocemos, que sabemos muy bien que ocurrió y que sigue ocurriendo. No es la historia de los estudiantes de Ayotzinapa, no es uno de los testimonios del Nunca más, no es Operación masacre, pero aquellos crímenes terribles y reales hicieron posible este libro que dialoga, en forma callada pero sin pausa, con muchos momentos de la historia latinoamericana.
En este mundo distópico dominado por un gobierno totalitario del que no se habla mucho pero que controla con mano de hierro cada aspecto de la vida, donde hay un distrito Capital donde se toman las decisiones y unos Sectores donde hay que hacer lo que se ordena (y solo eso), donde hay un enorme Alambrado que separa ese país autocuarentenado de un Afuera negado y peligroso; en un pueblo llamado Los Remolinos, unos estudiantes arman reuniones (secretas, ilegales) para pedir a las autoridades que los dejen utilizar energía solar para calefaccionarse.
Este hecho aparentemente inocente es una muestra de rebeldía, y es respondido por el gobierno con terror homicida: unos sicarios secuestran a los chicos y las chicas del curso, y todos están seguros de que eso significa que los asesinaron a todos.
Quedan dos sobrevivientes, que se refugian en las ramas de un ombú y son pasados por alto cuando se llevan a los demás: Mara (quien deja de hablar, desde ese día) y el Oso (confinado, desde siempre, en una silla de ruedas).
A partir de ese hecho, se disparan consecuencias y causas, van apareciendo multitud de personajes en distintas partes de ese mundo que aún no existe pero se siente muy cercano, y hay un viaje hacia el Afuera, donde hay otro ombú que conecta historias, tragedias y sueños, y donde se construirá, a partir de luchas y decisiones, la posibilidad del regreso o, al menos, de un regreso.
Las historias de Márgara Averbach siempre resultan sustanciosas, te hacen pensar. La escritura fluye y te lleva, los personajes te atrapan y son creíbles, el clima opresivo y el mundo en que se mueven los personajes están impecablemente construido. Pero además hay ideas allí, hay una arquitectura filosófica que sostiene la narración y cuenta más allá de las palabras escritas. Se puede notar, por ejemplo, en el índice: los índices de las novelas de Márgara siempre son reveladores. Aquí, el índice está armado en cuatro partes (y cuatro es un número significativo, en tanto remite a la naturaleza y a su conexión con lo humano: cuatro puntos cardinales, cuatro elementos que forman el mundo, cuatro estaciones del año...). Cada parte ocurre en un lugar diferente, en una estación del año distinta, y a su vez cada parte está dividida en partes: “Consecuencias” y “Causas” (primero las consecuencias, las causas les siguen) y dentro de ellas, a su vez (como en cajas chinas), “Pesadillas” y “Sueños” que van y vienen.
Mientras vamos avanzando en esta historia, en la que el futuro se parece sospechosamente al pasado reciente y se viste con ropas de hoy, vamos sintiendo en el corazón de nuestro tiempo lector que toda causa es consecuencia, que lo que pasó y lo que sucederá están inevitablemente conectados por una rueda de fuego, que una masacre puede ser una chispa, y que luchar por un cambio es difícil pero esencial.
Yo ya terminé el libro, pero la historia sigue girando y girando en mi mente.
En fin: una gran novela para disfrutar y sentir en la pandemia. No se la pierdan.
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