Esta novela de Louis Sachar, publicada por SM a fines de 2015 en la colección El Barco de Vapor (serie naranja), nos cuenta cómo un pueblito tranquilo se ve expuesto, por la acción inimaginable de unos microorganismos hasta entonces desconocidos, a una tragedia pandémica que amenaza con destruir a la humanidad entera, con cuarentenas, cierre de fronteras militarizadas, contagios masivos, muertos a rolete y un futuro mundial incierto.
Por suerte, como ven, es algo muy fantasioso, nada que ver con nada que pueda ocurrir en la realidad...
La historia empieza muy tranqui y costumbrista: en Monte Páramo, un pueblo tranquilo, hay un colegio prestigioso al que van Tamaya (quinto grado) y Marshall (séptimo), dos amigos de la cuadra. Marshall tiene graves problemas con Chad, un bully que lo amenaza y lo embosca, en el bosque (justamente) que está junto al colegio, para golpearlo, solo porque es así, un matoncito insoportable.
A los capítulos con la historia de Tamaya y Marshall se intercalan otros, los de una audiencia en el Senado (de Estados Unidos) donde se discuten los trágicos eventos de Monte Páramo, con lo cual ya sabemos que algo terrible ocurrirá, aunque por ahora no tengamos ni idea. Y esos hechos se relacionan con la granja RayodeSol, donde no se cultivan rabanitos ni milanesas de soja, sino microorganismos artificiales creados con la loable intención de resolver los problemas energéticos del mundo (reemplazando al petróleo y al gas, cada vez más escasos). Esos microorganismos mueren al contacto con el aire, así que no hay peligro de que “escapen” de la granja y se multipliquen libremente... o eso pensaban los científicos, al menos.
Pero cuando Chad lo encuentra a Marshall en medio del bosque y Tamaya, para ayudar a que no fajen a su amigo, agarra un montón de aquel extraño barro pelusiento que había en el suelo del bosque y se lo planta en la cara a Chad y salen corriendo, comienza a desatarse la hecatombe. Tamaya empieza a tener un sarpullido en el brazo que tocó el barro, muchos se empiezan a contagiar, no hay forma de parar el sarpullido, que se vuelve rápidamente mortal...
Cuando empiezan a darse cuenta de que algo muy malo y enorme está ocurriendo, el sarpullido ya es epidemia y aterroriza a todos. Y Chad nunca volvió del bosque, en tres días, así que Tamaya y Marshall deciden ir a buscar (y, si aún vive, rescatar) al matoncito...
¿Sobrevivirán los protagonistas? ¿Sobrevivirá el mundo? Por más que nos comamos las uñas, no lo sabremos hasta el final (del libro o del mundo, lo que llegue primero).
Una novela con gran ritmo y suspenso, un contexto biológico verosímil (miren alrededor, si no) y muy bien trabajado, y que se disfruta mucho leer. El personaje de Chad (que empieza 100% odioso pero se va transformando sorprendentemente) me gustó mucho.
Las ilustraciones, además, son del gran Gonzalo Kenny, un lujo (en la edición argentina, al menos, sé que hay otras ediciones en otros países, con otras ilustraciones). La edición estuvo a cargo de Florencia Gattari.
La traducción del original inglés la hice yo, ja, a pedido de la entonces jefa de literatura de SM, Cecilia Repetti. (El título de la novela original es "Fuzzy mud", pero se acordó con el autor cambiarlo por el que quedó, bien diferente.)
Cuando puedan conseguir esta novela pandémica pero esperanzadora, no se la pierdan.
Recomendada.
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