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La secreta sílaba del beso


Hoy les comento sobre “La secreta sílaba del beso”, de María Cristina Ramos, editorial Ruedamares. El libro ya existe desde unos pocos años, pero yo lo recibí (¡como regalo! ¡de la autora! ¿podés creer?) hace un par de meses nomás.

Es un libro de microficciones. Es decir cuentos (ponele que los llamamos “cuentos”, pero a varios los podríamos llamar también “poemas en prosa” y nadie se ofendería) muy breves, los más largos tienen una página, los más breves dos o tres renglones (y hay uno, “Precaución”, que tiene una sola línea y es genial).

Parece fácil, ¿no? Eso de la microficción. Poquitas palabras, ni siquiera hay que contar sílabas ni buscar rima... Pero como casi todo, es más fácil dicho que hecho. Y una cosa es hacerlo y otra es hacerlo bien. Y otra es hacerlo “nivel dios”, como María Cristina. Yo por ejemplo creo que nunca podría encarar algo así, cuentos tan breves. Como le escribió Cicerón a un amigo (de él): “Perdoname por mandarte una carta tan larga; es que no tuve tiempo de escribir una más breve”. Escribir corto te puede llevar la vida entera.

Cada página del libro sorprende y pega como un mazazo, pero el mazo está hecho de seda, porque las palabras siempre justas te envuelven con su sonido hipnótico. Muchas veces lo abro, leo un cuento al azar y tengo que volver a cerrar el libro porque la dosis es breve pero intensa y necesito quedarme pensando en esas palabras, dándoles vuelta, releyéndolas sin leer. Son unas 90 microficciones, es un montonazo, en escala novela sería tan amplio como “Ana Karenina”. Al pasar las páginas uno puede reconocer un ritmo, la reaparición de ciertos “temas amigos” de Cristina: las transformaciones de lo humano, lo vegetal, lo vivo; el paso del tiempo; los fantasmas; la gente sencilla y su lucha por vivir en una sociedad mejor; los ecos y reverberos de lo pequeño en lo inmenso y viceversa; las huellas de lo lejano en el instante de aquí.

Creo que mis favoritos son los textos más largos del libro, como “En la mina”, “La sombra”, “El beso”. Este último es una total maravilla, ya lo leí como veinte veces.

El libro, el objeto libro, es hermoso también. La tapa, el papel, el pasar de las páginas, ya saben de qué hablo: no es lo mismo que leer acá en el facebook. Así que si tienen la oportunidad (la Feria del Libro siempre es una buena chance), consigan “La secreta sílaba del beso”, y si no les gusta, bueno, pueden venir a mi casa y yo mismo les devuelvo su dinero (pero sé que les va a gustar, jaja).

En síntesis: recomendado.

Como botones de muestra, tres microficciones del libro. La última es muy apropiada para la efeméride de hoy, Día del Libro o algo así.

VENTANILLA El hombre de la medianoche apagó su computadora portátil, se acercó a la ventanilla de la estación de tren y dijo: —Quiero un pasaje para ayer. El boletero lo miró sujetando el monóculo, cortó el boleto y se lo entregó.

ARCA Ayudaron a subir a los otros, aun sabiendo que se quedaban sin lugar. Desde una orilla dorada a punto de desaparecer, saludaron a Noé y a los elegidos, que se diluían en la distancia. El arca avanzó, llegó a su orilla y dicen que se cumplió una profecía. Y aquí estamos. Somos los descendientes de los que se salvaron solos.

PRECAUCIÓN Como la tinta estaba fresca, leía en puntas de pie.


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