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Tatuajes rojos


Hoy les comento sobre la novela juvenil “Tatuajes rojos”, de Federico Ivanier, publicada en 2014 por Criatura editorial.

Tanto el autor como la editorial son uruguayos, pero Criatura tiene stand este año en la Feria del Libro de Buenos Aires (pabellón amarillo, pegado a la pared del fondo) y allí se consigue este libro de Federico (yo ya lo tenía, pero me compré uno para regalar, es satisfacción garantizada).

El libro está protagonizado por dos gemelas adolescentes, Leticia (Leti) y Sabrina. Y la historia se va armando de a partes, de a saltos entre notas en el diario de Leti, una foto aparentemente inofensiva pero que cuando es subida a una red social lo cambia todo, un documental en que los distintos personajes opinan sobre “los hechos”...

Sabrina toca el violín y va a esgrima, tiene un novio (Sebastián) deportista y caballeroso, le va bien en el colegio; sin embargo, cuando entra a la banda musical liderada por Ema, gradualmente todo se empieza a desbarrancar en su vida y, sobre todo, en la forma en que los demás la ven: empieza a ser percibida como una chica “problemática”, “perdida”.

Leticia, por otra parte, sí está perdida en sus problemas, bastante tremendos: tiene un serio desorden alimenticio, está de novia con un pibe bastante mala onda (Andrés, un personaje excelentemente armado), se corta a sí misma en los muslos (generándose “tatuajes rojos” que oculta al resto del mundo), como una búsqueda de llegar a sentir algo... Sin embargo, su imagen (incluso entre sus propios padres) es la de la chica diez, campeona de los torneos colegiales de debate, delgada, perfecta, sin problemas.

Así, sin que sea necesario que ocurran muchas cosas, la trama avanza sin dar descanso y el lector se mantiene en vilo, pendiente, mientras todos critican a Sabrina y no advierten los problemas (más agudos y urgentes) de Leticia. Sin embargo, nada de todo esto que digo se explica en la novela: no se explica nada (excepto las explicaciones parciales que cada personaje da al sector de realidad que le toca), y eso me parece notable.

Las voces de todos los personajes son creíbles (incluso las de personajes secundarios como los padres de las gemelas, Andrés y Sebastián) y la estructura de la novela está tan bien pensada que parece casual, algo logrado sin esfuerzo (pero por supuesto no lo es, en lo absoluto: todo “encastra” a la perfección para llevar al lector adonde tiene que llegar).

La edición es preciosa, un libro muy amable de tener en las manos y leer. La tapa, coherentemente, está ilustrada por Claudia Prezioso. E incluye, como una especie de “bonus track”, una carta con “escenas eliminadas”, un recurso genial mediante el cual el autor nos deja un final-tras-el-final altamente satisfactorio.

Una gran novela de Federico Ivanier. No se la pierdan.


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