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Cuando florezcan los cerezos

Esta novela juvenil de Liiana Cinetto fue publicada hace pocos meses por Norma, con la dirección editorial de Laura Linzuain y edición de Francisco Gorostiaga. La ilustración de tapa es de Rodrigo Folgueira y la dirección de arte de Valeria Bisutti.

En esta historia se amalgaman dos tiempos, dos lugares: por una parte, es una historia de amistad (que se va volviendo poco a poco algo más) entre adolescentes en un colegio secundario de la Argentina, cuando Bruno decide “saltar” para ponerle un freno al bullying de su compañero del colegio Tomás frente a “la ponja” Yume.


Por otra parte, la historia de la familia de Yume, en la que décadas atrás, en una patria lejana, un joven Yoshi intenta desesperadamente regresar a Hiroshima para encontrar a Taeko, después de que fuera arrojada la fatídica bomba atómica sobre esa ciudad.


Estas dos tramas de violencias y desencuentros, o más bien del intento desesperado de llegar a un encuentro, tiene también dos puntos focales: el primero, el evento terrible y catastrófico, pero no centrándose (como la película Oppenheimer, por ejemplo) en la bomba en sí, en los muertos al caer la bomba y en la decisión de arrojarla, sino contando el después de la bomba, cómo fue la vida para los sobrevivientes, tanto en Hiroshima y Nagasaki como en el resto del Japón: la discriminación y revictimización a los sobrevivientes, las secuelas físicas de la radiación, la vergüenza general, el “querer barrer todo bajo la alfombra”, las formas sinuosas y a veces contradictorias de intentar sobrevivir a un horror inenarrable (la autora realizó un extenso trabajo de investigación, y eso se nota al avanzar en la lectura). Y el segundo foco es el futuro: las nuevas generaciones que intentan, sin dejar nunca de recordar, cicatrizar de alguna forma esa herida y concretar por fin un encuentro a la sombra de los sakura en flor.


El libro está escrito con gran ritmo y se lee de un tirón, uno se engancha muy fácilmente en ese ir y venir por las historias alternadas de Yume-Bruno y de Yoshi-Taeko, y se pasa del horror a la indignación, de la empatía a la pena, del desánimo respecto de la humanidad que constituimos a la esperanza todo el tiempo. Me gustó mucho, además, el detalle de que cada parte del libro se encabeza con un haiku como epígrafe.


En fin: una excelente novela de Lili Cinetto, que se disfruta leer y te queda rondando la cabeza aun mucho después de haberla leído. Recomendada.

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