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Desciende, Moisés (Faulkner-03)

Al igual que hizo en The Unvanquished, Faulkner armó este libro de a poco, primero publicando algunos cuentos por separado y recién mucho después escribiendo los últimos y reuniendo todo en un libro. Si bien Go Down, Moses se pubicó en 1942 (trece años después de El ruido y la furia), lo ubico antes en la saga porque acá aparece en todo su esplendor una cuestión esencial en su obra, aunque muchas veces pasada por alto: la naturaleza, alrededor y dentro de la cual los humanos desarrollan todas sus diversas relaciones y locuras. Las plantas, los animales, la tierra y los cursos de agua están presentes en todas las obras de Faulkner, pero aquí cobran una dimensión innegable, protagónica. Go Down, Moses es también una saga familiar, la de los McCaslin, una familia del campo como los Bundren pero, a diferencia de ellos, con tierras, dinero y prestigio social. También a diferencia de los Bundren, los McCaslin sí reaparecen en un montón de otras obras de la saga.


A jugar con Faulkner (las respuestas, abajo)

1. Causal de divorcio. Mollie, una ex esclava anciana, decide divorciarse de Lucas Beauchamp, con quien está casada desde hace casi cincuenta años. ¿Cuál es el motivo?

a. Él comenzó a buscar oro enterrado.

b. Él comenzó a destilar whisky ilegal.

c. Él se volvió un fanático religioso.

d. Él se niega a aceptar que es negro.

2. ¿Qué quiso decir Willy? Imagine e indique el significado de estas palabras que aparecen en el libro.

a. voce b. ax c. dawg d. skeered


La estructura

Exactamente como The Unvanquished, este libro está formado por siete cuentos, que Faulkner fue escribiendo en distintos momentos y había ido publicando, en diversas versiones y variantes, en revistas en forma autónoma, para ganarse unos pesos (no era rico, y no todos los libros que publicaba eran éxitos de venta; más bien todo lo contrario). Sin embargo, es raro llamar “cuentos” a textos como “El fuego y el hogar”, que tiene más de cien páginas, o “El oso”, que tiene 150 (para publicarlo suelto en una revista y ganarse unos pesos, Faulkner lo había reducido, un año atrás, a un texto de veinte páginas, con el título Lion).


El título

Go Down, Moses se tradujo “Desciende, Moisés” y no hay queja posible. En la primera edición, sin embargo, los editores (Random House) le agregaron, sin conocimiento ni aprobación de Faulkner, el subtítulo “y otros cuentos”. Cuando llegó el momento de la primera reedición (siete años más tarde), Faulkner les dijo: “Moisés es sin dudas una novela. (...) De hecho, si me permiten decirlo tanto tiempo después, nadie excepto Random House tuvo la impresión de que Desciende, Moisés debería incluir en el título “y otros cuentos”. Recuerdo la sorpresa (ligera) que me produjo cuando vi aquel título impreso. Lo que digo es: reimprímanlo y llámenlo simplemente Desciende, Moisés, que es como se los mandé ocho años atrás”.

El título es una cita (le encantaba usar citas en los títulos, a Faulkner). La cita en sí es bastante transparente: es de La Biblia y se refiere al momento (en el libro del Éxodo) en que Moisés sube al monte Sinaí y Dios, personificado en una Zarza Ardiente, le dicta los diez mandamientos y luego le dice que baje del monte y conduzca a su pueblo (el pueblo hebreo) fuera de la esclavitud del faraón egipcio, cruzando el desierto, hacia la libertad y la Tierra Prometida. La Biblia es uno de los intertextos favoritos de Faulkner, tanto en el interior de los textos como en sus títulos.


Norreseña

Este es otro gran libro de Faulkner. Sin embargo, por más que todos los cuentos tienen un hilo (todos hablan, de un modo u otro, de los McCaslin) es difícil considerar esta obra, como pedía el autor, una novela: los cuentos son demasiado diferentes en extensión, temática, personajes, hasta en estilo de escritura.


Los grandes protagonistas de este libro son los McCaslin (una familia “de alcurnia” en el condado pero rural, no urbana como los Compson o los Stevens) y los negros, que son (además de los cazadores blancos) los humanos más cercanos a la naturaleza. Hoy en día nos resulta (ojalá) chocante que Faulkner presente a los negros como humanos esencialmente distintos de los blancos; al menos Faulkner no los declara inferiores a los blancos, sino diferentes (aunque es una diferencia que los acerca, sugerentemente, a los animales, con quienes se los compara muchísimas veces, en particular animales de carga como bueyes y mulas). ¿Eso hace racista a Faulkner? Sí, muy probablemente sí; aunque el suyo es un racismo humanista, que valora e incluso admira a esos humanos a quienes considera distintos (una forma de discriminación diferente del racismo estúpido y directo de quien considera subhumanos o inferiores a quienes discrimina).


El primer cuento, “Was” (“Fue” o “Eran”) nos cuenta una historia aparentemente inocua en clave humorística (los dos gemelos McCaslin persiguen a uno de sus negros, Tomey Turl, que se escapa todo el tiempo para ver a su novia, Tennie, en la casa de los Beauchamp, y terminan jugando una partida de póker para decidir si uno de los hermanos se casa con la Sophonsiba, la hija de míster Beauchamp, y por si compran a Tennie y evitan así que Tomey se siga escapando para verla. Sin embargo, el tono no evita que advirtamos dos cuestiones muy serias que ocurren en el cuento: a) que los negros y las mujeres son para los varones blancos de ese lugar y esa época (casi) cosas que pueden jugarse a las cartas o disponer como se les antoje; y b) más adelante se nos confirma que Tomey, aunque esclavo, es hermanastro de los gemelos, es decir que es hijo del viejo McCaslin con una esclava negra y se convierte en cabeza de toda una “rama negra” de la familia McCaslin, los Beauchamp.


Los demás cuentos son excelentes también:

- “El fuego y el hogar” nos presenta al obstinado Lucas Beauchamp (negro y de sangre McCaslin, algo de lo que está orgulloso) y sus problemas con el alcohol ilegal y con el oro enterrado (una leyenda urbana sureña según la cual las familias ricas, al abandonar sus casas durante la Guerra Civil, habían enterrado su oro y plata en los terrenos cercanos).


- “Pantaleón en negro” (Pantaleón es un personaje de la Comedia del Arte, un bufón vengativo) está protagonizado por Rider (un negro de la plantación de “Roth” Carothers McCaslin), que, abrumado por la muerte de su mujer, decide convertirse en criminal.


- “Los viejos” o “Los antiguos” trae a Isaac “Ike” McCaslin, un personaje importante en el libro y en la saga. Aquí se relatan sus inicios como cazador, siendo aún un niño.


- “El oso” cuenta (entre otras cosas) la larga relación (casi toda una vida) entre Ike McCaslin y Old Ben, un oso enorme e “incazable” que vive en los grandes bosques del norte del condado.


- “Otoño en el Delta” nos presenta a un Ike ya viejo, que va (ya en auto) con un par de amigos/parientes a lo poco que queda de los bosques, en una última cacería que lo hará descubrir también el sinuoso destino de su familia.


- “Desciende, Moisés”, el último cuento, introduce a otro personaje esencial de la saga, Gavin Stevens, el abogado-detective-humanista-caballero del pueblo de Jefferson, que recibe de Mollie (la esposa de Lucas Beauchamp, ya anciana) el pedido de que encuentre a su nieto perdido, Samuel Beauchamp.


Cada uno de los cuentos tiene mucha tela para cortar, pero no quiero extenderme más aquí. Solo decirles que vale la pena leerlos y que se disfrutan un montón, además de mostrarnos facetas de Faulkner que no aparecen tanto en otras obras, como el humor, la fuerza de la naturaleza y la tensión constante entre una vida más “pastoral” y apegada a la tierra con otra pendiente del dinero y la propiedad.


Una curiosidad

Además de la obvia referencia bíblica, el título refiere también a una famosa y antigua y bella canción de gospel que lleva ese mismo título, “Go Down, Moses”, y que era usada como una contraseña entre los negros que intentaban escapar de las plantaciones del Sur y/o rebelarse contra sus amos blancos. La letra de la canción repite la elocuente frase “let my people go” (“dejad ir a mi gente”), que en el Sur estadounidense del siglo XIX (y del XX, y quizás también del XXI) no refiere únicamente a los hebreos en Egipto. La relación, desigual y compleja, entre negros y blancos en el Sur es otro gran tema del libro y de la obra de Faulkner en general.


Un fragmento

Se dio cuenta más tarde de que había comenzado mucho antes de eso. Ya había empezado en aquel día en que escribió por primera vez su edad con dos cifras y su primo McCaslin lo llevó por primera vez al campamento, el gran bosque, para que adquiriera por él mismo, del monte, el nombre y la condición de cazador, siempre que demostrara llegado el momento ser suficientemente humilde y resistente. Ya lo había heredado sin siquiera haberlo visto: el gran oso viejo con una pata arruinada por una trampa que, en un área de casi cien millas cuadradas, se había ganado un nombre propio, una denominación definida como la de una persona; la extensa leyenda de cultivos rotos y saqueados, de cabras y cerdos grandes e incluso terneros arrastrados en vilo hacia el bosque y devorados y trampas y emboscadas vencidas y perros mutilados y muertos y disparos de escopeta e incluso de rifle hechos a quemarropa pero sin mayor efecto que el de garbanzos soplados con un tubo por un niño... Un sendero de ruinas y destrucción que comenzó antes de que el niño hubiera nacido, pero avanzó con rapidez, no veloz, sino más bien con la impiadosa e irresistible premeditación de una locomotora, esa enorme silueta peluda. Se abalanzó y se irguió en sus sueños antes incluso de que viera el bosque intacto en donde dejó su huella sinuosa, desgreñado, tremendo, los ojos rojos, no malévolo sino simplemente grande, demasiado grande para los perros que intentaban acorralarlo, para los caballos que intentaban hacerle frente, para los hombres y las balas que le disparaban; demasiado grande hasta para el país que restringía su accionar.

(en “El oso”)


Respuestas de “A jugar con Faulkner”:

1. Respuesta a. “—Tengo que alejarme. Porque está loco. Desde que consiguió esa máquina, se volvió loco. (...) Se queda toda la noche cada noche con eso, buscando ese dinero enterrado. Ni siquiera cuida ya su propio ganado. Yo alimento a la yegua y a los cerdos y ordeño, o lo intento. Pero está bien. Puedo hacer eso. Lo hago con gusto cuando él está enfermo del cuerpo. Pero ahora está enfermo de la mente. Muy enfermo. Ni siquiera se levanta para ir a la iglesia el domingo, ahora. Está muy enfermo, amo. Está haciendo una cosa que el Señor no quiere que la gente haga. Y tengo miedo.

—¿Miedo de qué? (...)

—Tengo miedo de que lo encuentre.”

2. a. voce = divorce (divorcio); b. ax = ask (preguntar); c. dawg = dog (perro); d. skeered = scared (asustado).

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