Este libro, con guión de Iris Rivera e ilustraciones de Fernando Calvi, fue recién recién publicado (julio de 2019) por Puerto de Palos, en su sello de literatura Cántaro (coordinado por Karina Echevarría), colección Rincón de Lectura y, dentro de ella, en la serie Aventuras en Cuadritos (dedicada a historietas).
Se trata de una novela gráfica (bah, creo que lo es: no soy experto), dividida en capítulos, que nos cuenta las divertidas, frenéticas y sorprendentes aventuras de un mono muy particular.
Es también la precuela de otro libro, una novela (no gráfica) escrita también por Iris Rivera e ilustrada también por Fer Calvi, publicada hace más de diez años en Estrada: El mono de la tinta. Allí aparece este curioso personaje animal, este mono chino que se alimenta de tinta y que vive con Jorge Luis Borges (estuve tentado de llamarlo José, como le dice el rey de España, pero me contengo porque soy muy respetuoso de la realeza, es lo que tengo) y aconseja al escritor y lo ayuda (en conversaciones, porque este mono, además de chupar tinta, sabe hablar) a decidir qué historias seguir y cuáles descartar.
Pero es cierto que al leer aquella novela, no queda claro cómo llegó ese mono, desde su origen chino, a vivir con un escritor argentino con muy mala vista. Y esto es lo que se cuenta aquí, en la precuela (me acabo de enterar de que además de maestra, escritora y genia, Iris es guionista y precuelista, siempre una sorpresa en la manga, esta Iris).
Las imágenes de Fer Calvi están llenas de color, humor y entusiasmo, nos van llevando el ojo incesante en el recorrido intrépido de ese mono que comienza saqueando una tienda de tinta china en China y debe esconderse, para salvarse de los escobazos del dueño, dentro de un libro (nuestro mono tiene poderes, rápidamente lo advertimos), pero allí se ve a merced de un peligro mucho mayor: un dragón de jade que lo ataca. En los sucesivos capítulos, el mono va viviendo increíbles aventuras, llenas de acción y peligros, jalonadas por su insaciable voracidad tintífera, que lo lleva a abalanzarse, como un verdadero adicto, a cualquier cosa que pudiera merecer el nombre de tinta: pasa por una escuela, llega a un barco, termina en el fondo del mar chupando tinta de calamares, en una cocina prueba el vino tinto y es descubierto, ya en nuestro país, por Adolfo Bioy Casares, quien sorprendido por la locuacidad del primate (el mono habla), decide regalárselo a su amigo Georgie, quien le muestra al Mono de la Tinta la página del Manual de Zoología Fantástica en la cual está presentado... ¡él mismo!
Y toda la historia se enmarca en el trabajo de una traductora de chino, que nos avisa (en un juego de cajas apropiadamente chinas, o de muñecas rusas) que está traduciendo la historia de este mono de papel que bebe tinta y que, a la vez, ES de tinta.
En fin: un bello y divertido libro de historietas que entretiene y también te deja pensando mientras conversa, entre saltos y corridas, con otras historias.
Recomendado.
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