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¿Feos y feas?


Este álbum con ilustraciones de Gusti y texto de Lola Casas fue publicado este año (marzo de 2020) por Carambuco Ediciones (Barcelona).



Los autores lograron, con una idea muy sencilla y una estructura simple, crear un libro espectacular y, al mismo tiempo, profundo.


El libro nos presenta simplemente una larga sucesión de retratos, rostros de niñas y niños, de adultos y adultas. Y nada más. Esas caras, dibujadas por el genial Gusti (autor de muchísimos libros maravillosos, como Mallko y papá, La mosca, No somos angelitos, Medio elefante y tantos otros) están hechas con lapiceras de colores (biromes, decimos aquí) sobre hojas de papel blancas de cuaderno rayado o cuadriculado, así que se sienten como dibujos infantiles, coloridos, irreverentes, “incorrectos”, por fuera de las reglas que definirían (en una normativa académica) un “buen” dibujo de un artista adulto y “serio”.


Cada cara se acompaña con un verso del poema de Lola Casas, un texto divertido y fresco que está encabezado con la frase “Puedes tener...” y lanza una infinita enumeración de defectos físicos:


Puedes tener...

una nariz grotesca y mal dibujada

como una patata espachurrada

o rechoncha y aplastada

movediza y fina

como la cola de una vulgar sardina



El texto va haciendo todo un recorrido de innúmeras fealdades: narices, ojos, boca, orejas, forma y corte y color de pelo, de piel, forma de cara, cejas, cuello... y para cada posibilidad vemos el retrato de alguien que la encarna esa fealdad.

¿Tenemos entonces un libro que presenta una sucesión de feos y feas para burlarse de ellos? Todo lo contrario. Ya desde el título, los signos de pregunta nos anticipan la clave: ¿son realmente feas, esas personas? Y al ver cada retrato que hizo Gusti la respuesta se hace evidente: cada retratado o retratada es, con su particular boca, pelo, piel, ojo o nariz, una persona encantadora y atractiva, llena de color y vida, rebosante de alegría y que uno quisiera conocer o incluso ya conoce, porque es tu amiga, tu hermano, tu prima o porque lo viste al pasar frente a un espejo. (En las páginas finales del álbum, con acierto, hay páginas en blanco para que cada lector se dibuje o dibuje retratos de gente que conoce).


Y el libro se completa con una notable cita de Roald Dahl que es la síntesis y la base de esa galería de encantadores esperpentos:


Una persona que tiene buenos pensamientos nunca puede ser fea. Puedes tener una nariz deforme, la boca torcida, una doble barbilla y los dientes salidos, pero si tienes buenos pensamientos, resplandecerán en tu cara como rayos de sol y siempre tendrás algún atractivo.


Así que la respuesta a la pregunta que está en el libro es: no. Esas y esos que aparecen en las páginas del libro (y uno no puede dejar de pasar esas páginas y se detiene en cada cara, divertido e intrigado por cómo serán quienes aparezcan en las páginas siguientes) no son feas, no son feos; son hermosamente particulares, especialmente bellos y bellas, aun con sus narices espachurradas, sus granitos como moscas fritas, su pelo pirincho o su piel pálida como de vampiro.


¿Podría decirse entonces que este es un libro de tesis, en favor de aceptar la diversidad y no burlarse de alguien físicamente distinto? Uno, como lector, debería llegar a esa conclusión, pero no porque el libro nos lo diga o nos lo indique, nos “baje línea” o nos lo inculque, sino porque la interminable sucesión de esos hermosos feos es en sí una argumentación irrefutable hacia la idea de que la belleza de una persona va mucho más allá de los prejuicios que nos habitan.


Y también, claro, esto resulta esperanzador para quienes nos sentimos un poco feos pero al menos, para compensar, tenemos cada tanto algunos buenos pensamientos, como pedía el tío Roald.


En fin: un gran álbum de Gusti y Casas. Recomendado.


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