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La leyenda del santo bebedor

Esta novela breve de Joseph Roth fue publicada en 2023 por Buchwald, con traducción de Enrique Salas.

Roth, un judío austríaco que peleó en la primera guerra mundial y murió en 1939 (año en que se publicó originalmente este libro) es un autor mucho menos conocido de lo que merecería. En muchas de sus obras (y en esta también) sobrevuela una melancolía llena de humor y el equilibrio justo entre la decepción con el mundo (cómo fue, cómo es, cómo se ve que va a ir siendo) y una cuota de esforzada pero valiente esperanza.


Aquí se nos presenta una escena inicial en la que un rico caballero pasea de noche junto al Sena, en París, y al cruzar un puente se topa con un vagabundo. El rico le ofrece al pobre regalarle dinero (200 francos, una cantidad considerable), a lo que el linyera, que se declara pobre pero honrado, replica que mejor no, porque no tiene domicilio fijo y no sabría cómo volverlo a encontrar para devolverle ese dinero. El rico, sin inmutarse, declara que él es devoto de Santa Teresita de Lisieux, y que alcanzará con que, cuando disponga de los 200 francos, vaya a la iglesia cercana, donde hay una imagen de la santa, y le dé el dinero al cura de la parroquia.


(Se hizo una película sobre este librito, en 1988, con Rutger Hauer: aquí está el clip con la escena inicial:)


Así lo hacen. Y empieza entonces el relato de cómo utiliza el linyera (se llama Andreas) ese dinero. La mayor parte lo gasta en bebidas alcohólicas, porque claro, es un bebedor. A lo largo del relato, vemos cómo el azar y el destino van llevando a Andreas a recuperar rápidamente lo gastado, a encontrar trabajo, diversiones, recuerdos, incluso amor, y cómo cada vez que intenta ir a la iglesia para devolverle a la santa el dinero adeudado, algo sucede que, al menos momentáneamente, se lo impide.


El libro es muy divertido de leer, se disfruta un montón ir siguiendo a este héroe a la vez cándido y pícaro por esas calles y esos bares, en párrafos hermosamente escritos (la traducción es impecable, eso ayuda un montón), y no podemos evitar ponernos de su lado y alentarlo a que llegue al fin a pagar sus deudas en un final feliz, cuestión en la que el autor podría darnos el gusto, o nada que ver.


La edición, como todas las de Buchwald, es bellísima: tapa dura, buen papel, encuadernación en tela con una foto pegada en la tapa y, un detalle de gran delicadeza, una estampita de Santa Teresita adentro, como para usarla de señalador o de guía espiritual, mientras recorremos (en lo posible, con una copa de vino [o dos] a mano), el trayecto del protagonista desde un puente desolado y frío hasta el atrio de una luminosa iglesia.


Recomendado.


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