Esta novela breve de Verónica García Ontiveros fue publicada por editorial Estrada, en su colección Azulejos, hace pocos meses, con la coordinación editorial de Karina Echevarría. La ilustración de tapa es de Nadia Romero Marchesini.
Se acaban de cumplir 40 años desde la guerra de Malvinas, en abril de 1982. Diez años atrás, cuando se habían cumplido treinta, la efeméride pasó casi sin pena ni gloria; hoy estamos en un lugar diferente, y la mayor distancia histórica, unida a un proceso social que nos permite valorar en forma más completa y justa lo sucedido, hizo que varias editoriales hicieran múltiples propuestas de obras literarias “para niñes y jóvenes” relacionadas con Malvinas. Esto sucede, básicamente, con cada efeméride del calendario escolar, pero a diferencia de los libros “sobre Belgrano” o “sobre San Martín”, aquí, en Malvinas, no hay ningún prócer a quien festejar: si hubo héroes, fueron (y son aún) a la vez las víctimas de una guerra que, aunque se considere que respondía a un reclamo justo, igualmente no debió haber ocurrido, y que fue usada como manotazo de ahogado de una dictadura feroz (la iniciada en 1976) para intentar seguir en el poder.
Esta particularidad de la efeméride de Malvinas produjo, este último año, varias propuestas literarias muy interesantes y logradas. Entre ellas, mi favorita es el libro que comento aquí, La lista, en el que la autora toma como estructurador de la historia un elemento muy puntual y “pequeño”: cuando estalló la guerra, el gobierno de facto le solicitó a la población civil (incluidos los niños en edad escolar) que, para ayudar a los soldados, donaran cosas, pero no cualquier cosa: se hizo una lista, y esos eran los elementos que había que dar: manteca de cacao, chocolates, mantas, crema Nivea, latas de conserva, cigarrillos, joyas, cartas.
A partir de los elementos de esa lista, la autora nos presenta una serie de cuentos que transcurren desde 1982 hasta la actualidad; si bien cada uno puede leerse en forma autónoma, los cuentos se van conectando unos con otros a partir de la reaparición (no necesariamente como narradores) de dos personajes:
- Andrea, una niña de un pueblo del interior que, no pudiendo conseguir otro elemento de la lista, escribe una carta para un soldado anónimo; y
- Martín, el soldado adolescente que recibe esa carta.
Cada capítulo/cuento tiene dos títulos: por un lado, el “común”, el título literario; por el otro, un elemento de la lista (“Latas de conserva / Siempre los ingleses”; “Cigarrillos / El trueno”, y así).
En el transcurrir de la historia, sutilmente se engarzan momentos y situaciones a veces muy distantes: la gente “común” que no sabe (ni quiere saber) nada sobre la guerra, el trauma terrible de la guerra para los soldados y el interminable trauma del rechazo y el ninguneo que sufrieron al regresar; la compleja pero innegable relación entre la guerra y el gobierno de facto que la impulsó; las formas en que ese hecho tan doloroso continúa hoy, tanto para quienes lo vivieron en carne propia (los veteranos) como para toda la sociedad.
La prosa de García Ontiveros es muy bella, y el libro está lleno de momentos conmovedores y profundos; entre ellos, el capítulo final, que se conecta con el inicio de la historia para darle un cierre a la novela y, al mismo tiempo, dejar resonando en nuestra memoria esa triste historia real de la que, seamos conscientes o no, todos formamos parte (aun aquellos que no habían nacido en 1982).
La ilustración de tapa de Nadia Romero Marchesini es preciosa, muy sugerente, con personajes femeninos que tejen (y al hacerlo, conectan) elementos diversos: cartas, banderas, pájaros, escuelas, barcos.
En fin: un gran libro, que puede leerse y disfrutarse todos los meses de cualquier año, no solo en abril. Recomendado.
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