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Las interrupciones

Este libro (un álbum, aunque no es el típico exponente del género) fue publicado por Galería Editorial hace pocos meses (2019). Sus autores son dos genios, que trabajaron juntos muchas veces: el texto es de Nicolás Schuff y las ilustraciones, de Mariana Ruiz Johnson.

Lo primero que voy a decir del libro es que es muy hermoso; desde la tapa (con una enorme mosca negra como principal protagonista), la guarda con moscas sobre fondo rojo, la composición de cada página (con una o dos escenas ilustradas y un uso delicado pero magistral de los colores, que van variando sutilmente en cada capítulo para cohesionarlos) hasta la forma en que actúan y juegan juntos y a la par el texto con las imágenes para hacer de esta lectura una experiencia divertida, profunda y satisfactoria para chicos y grandes: este es un libro que ustedes ya deberían querer tener en el estante de los libros lindos.

El libro está organizado en cinco capítulos: “Un cuento fantástico”, “Un cuento policial”, “Un cuento romántico”, “Un cuento de terror”, “Un cuento infantil”. ¿Es un libro de cuentos, entonces? No, nada que ver. Es, diría yo, un elogio de la procrastinación, de demorarse, distraerse y no hacer lo que deberíamos estar haciendo. Al mismo tiempo, hay aquí una reflexión sobre la escritura, sobre escribir historias como actividad y trabajo.


La obra se inicia con un epígrafe, una cita de la escritora Margo Glantz: “La literatura no podría existir si no existieran las moscas”. Una gran frase, con la que acordaría Antonio Machado, que les escribió a las moscas “vosotras, amigas viejas / me evocáis todas las cosas”.


El comienzo es así:


Me senté a escribir un cuento fantástico pero una mosca me distrajo. Abrí la ventana para que saliera y entró un dinosaurio.


Esta frase (que podría ser ella sola un cuento breve, como el famoso de Monterroso, a quien se está homenajeando, de hecho) presenta a los dos protagonistas principales del libro, un escritor y una mosca. Y es también el comienzo de una enorme sucesión de frases similares, la enumeración de las infinitas interrupciones que sufre el escritor y que le impiden avanzar en su propósito de escribir (aunque de alguna manera igual termina escribiendo, como suele ocurrirnos a quienes escribimos). Todas las frases del libro mantienen la misma estructura que aquella primera:


Me senté a escribir ........., pero ...........


En esa retahíla de interrupciones que se va armando se presenta, página a página de sorpresas, una infinidad de personajes insólitos: un vampiro, un detective, una ex novia, la abuela del escritor, Paul Éluard, el payaso de “It”, la ciega justicia, Huckleberry Finn, una editora exigente, los siete enanitos, Cupido... la galería (en este libro de Galería) de personajes coloridos, atractivos y desopilantes no tiene fin, y todos parecen estar de acuerdo en una sola cosa: impedir que el escritor escriba lo que tiene que escribir.

A pesar de todas las interrupciones, y de una manera inefable pero cierta, la literatura, como la vida, se abre camino (ya que estamos citando cosas de dinosaurios), y la mosca que inició el descontrol (y que va atravesando todo el libro, como si ella fuera la responsable del desfile de interrupciones) es, a la vez (como lo anticipaba la cita inicial) la que permite que la literatura exista.


No se pierdan “Las interrupciones”: deberían salir ya mismo a conseguirlo (salvo que se les cruce una mosca, claro).

Recomendado.


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