Esta novela de Magdi Kelisek con ilustraciones de Rodrigo Folgueira fue publicada recién (2024) por Cántaro en su colección Hora de Lectura, con la coordinación literaria de Karina Echevarría.
Dije que era una novela, y lo es, pero con una estructura particular, aglutinante, como la del Decamerón de Boccaccio: varios personajes se reúnen y cada uno cuenta una historia, y esas historias aparecen incluidas en el libro. Eso permite que la novela deje de ser una unidad homogénea y se despliegue en una serie de voces y de narraciones bien distintas unas de otras, aunque manteniendo la unidad del centro de la trama, esa reunión de personajes que se ponen a contar por un motivo preciso.
La particularidad de esta historia es que aquí los personajes que se reúnen son fantasmas. Y fueron, en vida, trabajadores en el restaurante de un hotel ya hace mucho tiempo abandonado, el Kosmopolita, cuyo dueño contrataba a empleados de todas partes del mundo.
Esa casona antes esplendorosa y ahora derruida y solitaria se puebla de los fantasmas de mozos y cocineros que se reúnen para recordar los viejos tiempos y para compartir historias. Me gusta la idea de que esas historias que se cuentan reflejan quiénes son (o quiénes fueron) los personajes: son cuentos de origen folclórico que provienen del país donde nació cada mozo (Italia, India, Irlanda, México, Nigeria, Japón…) e incluyen algún ser sobrenatural: fantasmas, demonios, vampiros, aparecidos, hadas, duendes…
Y también aparece, entrelazada en aquellas historias, la otra gran pasión de esos fantasmas narradores: la comida. En cada historia se menciona alguna comida típica de ese país de donde proviene el fantasma, y los secretos de esas comidas pasarán a formar parte del gran libro de recetas que va recopilando la fantasmal cocinera del embrujado Kosmopolita (al final del libro aparecen en detalle esas recetas del mundo, por si los lectores quieren realizarlas). Fantasmas y comida es una reunión infrecuente, pero aquí queda claro que puede ser una combinación exitosa.
Los cuentos están muy bien elegidos y contados, y me resultaron atractivos y entretenidos de leer (mi favorito: el de la vendedora de aceite de dendé que cuenta el mozo nigeriano). Pienso que este libro es, en fin, un buen libro para que lean chicos y grandes, incluso si no están habituados a leer novelas largas, porque la sucesión de cuentos les resultará más liviana y llevadera, también con el aporte de las coloridas y alegres ilustraciones de Rodrigo Folgueira que acompañan cada parte del libro.
En fin, no me extiendo más. Excelente libro de Magdi Kelisek. Recomendado.
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