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Mientras agonizo (Faulkner-02)

Esta novela fue publicada en 1930, después de El ruido y la furia, pero prefiero ponerla antes en la saga de Yoknapatawpha porque es más sencilla. Además, es una de las primeras novelas armadas con la entonces novedosa técnica narrativa del “flujo de conciencia” (se narra en tiempo presente lo que se va pensando), y tanto desde la técnica como desde lo puramente literario seguramente está entre las mejores del autor. Se centra en un momento preciso (el intervalo entre la muerte de Addie Bundren en su casa y su enterramiento en el cementerio de Jefferson) y en cómo lo viven los integrantes de su familia (su esposo Anse y sus cinco hijos). La familia Bundren vive en el campo, lejos de todo en el borde del condado de Yoknapatawpha, y estos personajes (salvo dos o tres vecinos que no son de la familia) no vuelven a aparecer, ni siquiera mencionados, en los demás libros de la saga (hay una sola excepción: se habla de los últimos años de Darl, como al pasar, en el cuento “Tío Willy”).


A jugar con Faulkner (las respuestas, abajo)

1. Alta medicina. Mientras intentan cruzar el río crecido, Cash Bundren se quiebra una pierna. ¿Cuál es el tratamiento elegido por la familia y por él mismo?

a. No hacen nada. b. Le cortan la pierna.

c. Le dan una muleta. d. Le envuelven la pierna en cemento.

2. ¿Qué quiso decir Willy? Imagine e indique el significado de estas palabras que aparecen en el libro.

a. kilt b. et c. pussel-gutted d. aguer


El título

As I Lay Dying se tradujo “Mientras agonizo” y me parece perfecto, no se puede mejorar; algunas pocas traducciones proponen poner expreso el sujeto: “Mientras yo agonizo”, pero en castellano ese “yo” es redundante y no aporta nada. El título es una cita directa de La Odisea, el famoso canto 11 en el que Ulises visita el inframundo (el Hades) y se encuentra, entre muchos otros famosos muertos, con Agamenón, el comandante en jefe de las tropas griegas en la reciente guerra contra Troya (es decir, su ex jefe). Asombrado de verlo allí, Ulises le pregunta si murió en combate y Agamenón le cuenta que nada que ver: cuando regresó a Grecia, fue invitado a comer por el rey Egisto, quien había comenzado un amorío con Clitemnestra (la esposa de Agamenón); durante el banquete, Egisto asesinó a traición a Agamenón y a sus compañeros de viaje (perdón que cuente todo esto, es que si no no se entiende lo que sigue). Bueno, entonces Agamenón está en el infierno contándole su muerte a Ulises, y la mayor indignación (más que haber sido acuchillado por la espalda por su anfitrión) es cuando habla de su esposa, Clitemnestra, que lo vio morir como un perro y ni siquiera le bajó los párpados como señal de mínima piedad humana: “Y mientras agonizo, la mujer de ojos traidores no se digna cerrar mis ojos, cuando voy descendiendo al Hades”. Esta escena y esta frase remiten al deber de la piedad y a la traición matrimonial-familiar como eje de la novela; además de una gran cita, es un título genial, opino.


La estructura

La novela está formada por 59 capítulos breves (que van desde un renglón a siete u ocho páginas), cada uno titulado con el nombre del narrador (habla “la conciencia” del personaje, su deriva mental). Hay 15 narradores diferentes; algunos tienen un solo capítulo, pero casi todos los personajes principales tienen más de uno. El narrador preferido (y el más articulado, el que tiene una forma de narración más cercana a un relato literario estándar) es Darl, quien narra 19 capítulos (casi un tercio del total). En ningún otro libro de la saga se utiliza una estructura así, de capítulos breves y con tantos narradores.


Norreseña

Para quien vaya a leer un solo libro de Faulkner, este es una buena opción; por un lado, porque es espectacular, y además, porque su autoconclusividad y su estructura le dan un aire cinematográfico, casi teatral, como si fuera una tragedia griega. Al tener múltiples narradores, podemos conocer “desde adentro” (por lo que piensan) a cada integrante de la familia Bundren, una familia blanca pobre del campo (son “white trash” sureños).


Ya la escena inicial es impresionante: en su lecho de muerte, agonizante, Addie ve por la ventana (y escucha) cómo su hijo mayor, Cash, que es carpintero, está construyendo el ataúd en el que la pondrán cuando muera. Anse, su marido, solo llamó al médico rural cuando ya no había nada que hacer, y cuando Addie muere, decide que la familia entera (él y sus cinco hijos) llevarán el ataúd en la carreta para que Addie sea enterrada en el panteón de su familia, en Jefferson. El viaje a Jefferson no es tan largo (podría hacerse en un día o dos, en condiciones normales), pero el problema es que hubo una tormenta terrible, el río está crecido y el puente corre peligro de ser arrastrado por la corriente. Eso no detiene a Anse: aunque parece estar respetando a rajatabla la última voluntad de su esposa, irá mostrando que esa no es su única motivación, mientras avanzan en ese viaje que se vuelve un calvario infinito. Anse es un personaje profundamente despreciable y despótico, y lo logra sin tener siquiera que levantar la voz durante toda la historia.


Cada uno de los cinco hijos tiene sus propios problemas y motivaciones: Cash, el mayor (unos 30 años) es limitado y práctico y termina arriesgando su vida en ese viaje. Darl (el segundo, unos 25) es el más inteligente y perceptivo, pero su sensibilidad lo lleva al borde de la locura; Jewel, el tercero (unos 20), está obsesionado con su adorado caballo; Dewey Dell, la única hija (17), lleva unas tortas para vender en el pueblo pero en realidad tiene un problema y un objetivo más acuciante: está embarazada (nadie en la familia lo sabe); por último, Vardaman, el menor (7 a 9 años), es el que está más dolido por la muerte de su madre, y ese dolor hace que perciba la realidad en una forma trastocada, cuasi onírica (son espectaculares, los capítulos narrados por Vardaman).


Faulkner tiene algo muy notable y es que es impredecible: no hay forma de que anticipemos lo que está por suceder, no digo en el final, sino ni siquiera en las páginas siguientes. Eso no es algo imprescindible para disfrutar de un libro, pero a mí al menos me ayuda a mantenerme enganchado con la lectura, no tener ni la menor idea de lo que está por pasar, de con qué va a salir la historia ahora. Solo por dar un ejemplo, en medio del libro aparece de pronto un capítulo narrado por Addie (quien murió en las primeras páginas del libro), y es un capítulo espectacular y sobrecogedor. Sobre el libro en sí no digo más, para no espoilear; solo diré que nunca decepciona y se deja leer y releer con gusto.


Una curiosidad

Si bien este es el tercer libro escrito por Faulkner ambientado en el condado de Yoknapatawpha, es el primero en el que se menciona ese nombre; es un término derivado del nombre chickasaw del río Yocona (que marca el límite sur del condado real de Lafayette, donde Faulkner vivía). Según Faulkner, Yoknapatawpha significa “agua que corre lenta por tierra llana”.


Hacia 1940, a pedido de sus editores (desesperados por facilitar los libros), Faulkner hizo un mapa del condado, un rectángulo en el que se registraron algunos de los principales hechos de siete libros de la saga (los publicados antes de dicho año). En el centro del mapa está la capital, Jefferson (que es un pueblo, una ciudad muy pequeña), incluyendo el cementerio donde llevan a enterrar a Addie. La casa de los Bundren está abajo a la derecha, en el campo, al borde del condado y cerca del río.


Un fragmento

Acepté a Anse, entonces. Y cuando supe que tenía a Cash, comprendí que la vida era terrible y que ese es su sentido. Ahí fue que aprendí que las palabras son inútiles; que las palabras ni siquiera se acercan a lo que tratan de decir. Cuando nació supe que la maternidad había sido inventada por alguien que necesitaba tener una palabra para eso, porque a quienes tienen a los hijos no les importa si hay una palabra para eso o no la hay. Comprendí que el miedo fue inventado por alguien que nunca tuvo miedo; el orgullo, por quien nunca tuvo orgullo. Comprendí que había sido eso, no que tuvieran las narices sucias, sino que nos habíamos tenido que usar unos a otros con palabras, como arañas que cuelgan por la boca de una viga, se balancean y retuercen y nunca se tocan, y que solo a golpes de vara mi sangre y su sangre podrían fluir en una sola corriente. Supe que no era que mi soledad hubiera sido violada una y otra vez cada día, sino que nunca había sido violada hasta que llegó Cash. Ni siquiera por Anse en las noches.

(en el capítulo “Addie”)


Respuestas de “A jugar con Faulkner”:

1. Respuesta d. “—Puedo aguantar —dice Cash—. Solo falta un día. No vale la pena ni pensarlo —nos mira con los ojos bien abiertos en su angosta cara gris, como preguntando—. Se arreglará solo.

—Ya lo compramos —dice pa.

Mezclo el cemento en la lata, removiendo el agua lenta en densas espirales verdes. Llevo la lata a la carreta para que Cash la pueda ver. Está tumbado de espaldas y su delgado perfil forma una silueta ascética y profunda contra el cielo.

—¿Te parece que está bien? —pregunto.

—No agregues demasiada agua, o no fraguará —dice él.”

2. a. kilt = killed (mató) b. et = ate (comió)

c. pussel-gutted = “panza hinchada” d. aguer = ague (fiebre intermitente)

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