top of page
Buscar

Mururu en el Amazonas

Esta novela breve de la autora brasileña Flávia Lins e Silva fue publicada hace muy poquito por la editorial MacMillan, en la colección Aldea Literaria (de la que ya comenté tiempo atrás La orfandad de los muertos, de Florencia Serpentini), con la edición de Karina Echevarría y traducción del original portugués de Evelia Romano.

Se trata de una nouvelle muy particular, bien distinta de las novelas juveniles que estamos acostumbrados/as a leer. La narradora y protagonista, Andorina (“golondrina”), es una joven que vive con su madre en una casa flotante, en uno de los ríos subsidiarios del Amazonas, el Solimoes. Decide emprender, en su bote de madera, un viaje a otro río cercano, el Negro, para hallar en sus islas a su padre, que se fue hace tiempo, y también para conseguir una taricaya, una tortuga de río, para regalarle a su madre.


La voz de Andorina, sumamente poética, va armando un clima muy particular en la narración, de forma que avanzar por su historia (aunque está enmarcada en un paisaje realista y hay datos concretos de su vida actual en un lugar preciso) se siente casi como estar leyendo un relato mitológico, una fábula milenaria y mítica de los pueblos originarios del Amazonas. La jovencita (que narra en tiempo presente, siempre navegando por el ahora) se define como un ser de agua, marcado por su cercanía y entendimiento con el agua, y la relación con la naturaleza es de una profunda cercanía sensorial, táctil.


Ya iniciado su viaje de autoconocimiento y búsqueda, decide darle nombre a su canoa, con quien desarrolla una relación cuasi simbiótica:


Ya que hay un nombre inventado para todo, necesito darle a ella también un nombre: Mururu. Listo. Se va a llamar Mururu, y no sé qué quiere decir, porque los nombres inventados no siempre tienen explicación. Pero puedo inventar también una explicación: Mururu es una embarcación-pez, libre en el agua y triste en lo seco.

Me cansé de la sequedad de la tierra. Parece que el pensamiento se estaciona en lugar de correr como el agua. ¿Vuelvo? No vuelvo. Quiero conocer la geografía con mis propios ojos. El papel solo explica, pero no es la cosa real, la que se puede tocar. Dentro de poco, voy a seguir adelante buscando mi camino. Si hay algo que me alegra es pensar en la mucha vida que tengo por delante. Puedo remontar el río, puedo descender, doblar, estacionarme... Hay tantas cosas por hacer en esta vida, tanto río por ser visto. ¿Cómo se aprende a elegir?


Pero el viaje de Andorina en su canoa-pez le traerá muchas sorpresas. Encontrará a un compañero de viaje, Piu, que pronto se convertirá en más que eso, y juntos enfrentarán peligros, imprevistos y las consecuencias del naciente amor, que harán que cuando ella regrese a la casa materna lo haga en cierta forma derrotada, aunque a la vez llena de esperanzas en el futuro y en las transformaciones de ese gran río de tiempo que es la vida.


Un texto precioso, que vale la pena conocer y cuya lectura fluye y se disfruta en el avance heraclitano por un cauce de palabras-río siempre presentes. Recomendado.

161 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page