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Intermitente Rafaela


Hoy les recomendaré Intermitente Rafaela, de Mariana Furiasse, publicado hace poquitos meses (septiembre de 2016) por SM, en la colección El Barco de Vapor, con edición de Cecilia Repetti e ilustración de Pablo Bernasconi.

Esta novela es la continuación de Rafaela, famosa novela de Mariana que en 2002 ganara la primera edición en la Argentina del premio El Barco de Vapor.

Soy testigo que desde ese mismo año hordas de fans le piden a Mariana la continuación. Y ella, que es muy cumplidora, catorce años después, ahí tenés, listo el pollo. :-)

O sea: se hizo esperar mucho, este libro. Nadie puede acusar a Mariana de publicar a las apuradas (entre el 2002 y el 2016 solamente publicó un cuento, “Hilaria suspendida”, dentro del libro Diez en un barco, y otra novela, Ramona revelada, hace tres años, espectacular también, ambos en SM).

Uno suele, con razón, desconfiar de las segundas partes, en especial cuando no fueron pensadas de entrada, sino impulsadas por el éxito de la obra inicial. Y Rafaela fue y es un libro exitoso, en el que la narradora de 16 años, Rafaela, cuenta en primera persona, con una voz reconocible y entrañable, con la que el lector entra rápidamente en confianza, su problema de kilos de más, la “invisibilidad” que sufre, cómo son las cosas en su familia, su compleja relación con Simón, el peso de la ausencia de su padre… El final, controvertido, se sale de lo común (no solo de lo común en la LIJ, sino en la literatura argentina en general, porque Mariana escribe “a lo oriental”, sin el típico apego occidental a los finales “con moño” (sean felices o infelices).

Mariana es una autora japonesa contemporánea, diría.

Pero en esta ocasión, la segunda parte supera a la primera. En Intermitente Rafaela, la protagonista tiene un año y pico más (está en quinto año del secundario), y le siguen pesando las ausencias (a la que se suma ahora la ausencia de Simón).

Pero conoce a León, “el pibe nuevo” en el colegio, que es canchero, que es un poco friqui, que anda en skate, que se parte de bueno y que increíblemente (increíblemente desde el punto de vista de Rafaela, al menos) le empieza a dar bola. Hasta parece que ella le gustara...

¿Le gustará? ¿Será un fiasco, un paso en falso, como lo que sucedió con Simón? ¿Y por qué Simón, ahora que León se acerca a ella, reaparece de pronto en su vida, cual perro de hortelano, para hacerla dudar-sufrir-tambalear? Y no solo eso: también el padre de Rafaela decide regresar (a su manera). Y la madre es como es, y aunque tiene a su hermana y a su amiga Rosario, en el colegio recibe también el desprecio y el bullying de algunas compañeras…

Muchas cosas, todas juntas, y Rafaela por momentos la pasa mal, por momentos sebaja lo que sea que haya en la heladera, por momentos la pasa mejor que nunca, duda, avanza, se oscurece, relumbra, brilla, intermitente pero, en definitiva, luminosa.

Ya sea porque conocía al personaje de antes o por lo bien (lo maravillosamente bien) que está escrito el libro, lo cierto es que rápidamente me metí de lleno en la piel de esa protagonista y me alegré con sus pequeños triunfos y me entristecí con sus derrotas, quise saber el final de todo (desde casi el comienzo del libro) y quise leer lento para que la historia no se me termine (cuando ya veía que me quedaban pocas hojas).

El final, como todo el libro, es espectacular. Marqué montones de frases y de párrafos que me encantaron, y es de esos libros que uno relee con gusto, porque lo importante no es saber lo que pasará, sino cómo se cuenta ese transcurrir.

Mariana es, en mi opinión, una de las mejores autoras contemporáneas argentinas (no solo de LIJ), y este libro suyo lo muestra una vez más. ¡Recomendado!


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