En las primeras líneas del libro, el gato bibliotecario muere, mientras las ratas de la biblioteca le leen, como todas las tardes, un libro. Pero al día siguiente llega el nuevo gato bibliotecario, que en vez de renovar el pacto de narración-no agresión, atrapa a una de las ratas y la lanza a un plato que dice “Cena”.
El nuevo Bibliotecario ya conoce todos los cuentos, y no está interesado en que le lean, sino más bien, al parecer, en cenar a los roedores. La mayoría de las ratas abandonan el barco, pero quedan nueve dispuestas a intentar superar las dificultades.
Le proponen al Bibliotecario un nuevo pacto: le contarán un cuento que nunca haya leído ni escuchado. ¿Y de dónde sacarán ese cuento?, pregunta el gato. “Lo escribiremos nosotras”, improvisan las ratas y ganan algo de tiempo… aunque pronto descubrirán que escribir un cuento no es algo tan sencillo como pensaban.
Este es el planteo inicial de Nueve ratas en busca de un cuento, novela de Verónica Sukaczer publicada por Norma en la colección Torre de Papel, serie azul, recomendada para lectores a partir de nueve años; profusamente ilustrado por Matías Bernardini (que logra que uno se encariñe con esas ratitas en vez de que te den asco) y rebién editado por Laura Leibiker.
Un libro lleno de humor (ese humor ácido, profundo e ingenioso de muchos textos de Verónica) y que a la vez te hace pensar, en la vida en general y, sobre todo, en la literatura. Por el tema de la escritura y la lectura (como herramientas para sobrevivir y a la vez como fuentes de enormes peligros) y también (para el lector adulto) por todas las sutiles referencias literarias que sobrevuelan la historia: a Pirandello (desde el título mismo, que conecta con Seis personajes en busca de un autor), a Borges (que está siempre que haya un Bibliotecario lector, aunque sea un gato), a las Mil y una Noches (con estas ratas asherezadas), al Quijote y varias más.
El texto dialoga también, en un nivel profundo y ya desde la dedicatoria (la autora dedicó el libro “a todos los chicos que me han preguntado cómo se escriben las historias”), con la literatura infantil y juvenil (la LIJ) como género, y su inclusión en la escuela: con la idea de escribir y leer textos literarios como algo impuesto desde afuera, como algo que hay que hacer para lograr otra cosa (en el caso de las nueve ratas, salvar a su congénere y sobrevivir ellas mismas a la amenaza del Bibliotecario nuevo; en el caso de los niños escolares, cumplir una tarea escolar).
En fin: una novela que, al igual que hacen las ratas, usted devorará. Y probablemente se quede, como yo, rumiándola un buen tiempo.
Y no digo más para no espoilear, pero queda recomendado.