No podía ser que no hubiera ningún libro chino comentado en este plan chino. Así que hoy salvo las papas comentando, a falta de uno, dos libros de allá lejos, uno chino y otro japonés. Ambos inquietantes y juveniles (y nada juveniles, al mismo tiempo).
La primera obra que les comento norreseño fue fublicada por Adriana Hidalgo en 2017; esta novela es la primera del joven autor chino A Yi (阿乙, la h extra en el nombre es un regalo innecesario de la edición española), y nos presenta en primera persona a Zhou, un adolescente con mucho tiempo y nada en qué gastarlo, que decide robarle a sus tíos y asesinar, tan brutal como gratuitamente, a una compañera de estudios.
No espera obtener (ni obtiene) ninguna satisfacción por el crimen en sí, que detalla con minuciosidad y apatía, como si fuera una acción cotidiana. Sí espera lograr, en la huida subsiguiente, algo de tensión, una cierta compactación del tiempo, algo de interés para su vida.
Pero le dura poco, y finalmente, tras un intento frustrado de suicidio (decide suicidarse también porque sí, para hacer algo, solo al resultado de tirar una moneda, no porque tenga remordimientos ni depresión), decide entregarse él mismo a la policía, es apresado y se ve en la molesta situación de tener que esperar a que lo ejecuten (lo que tal vez pase, tal vez no) mientras no consigue explicarles (o mejor dicho, les explica pero ellos no lo aceptan) a todos los que lo interrogan que no tuvo ningún motivo para cometer el crimen: no lo hizo por dinero, ni por ningún interés romántico o sexual en su víctima, ni para obtener nada. Solo porque sí. Como explica hacia el final del libro, en una pequeña lista que escribe y que "explica" (sin explicarlo) lo inexplicable:
Objetivo: la plenitud
Medio: la fuga
Método: el asesinato
Presupuesto: 10.000 yuanes.
El título original del libro es ¿Y ahora qué voy a hacer? (qué voy a hacer a continuación, quiere decir: de ahora en adelante). El título Una pizca de maldad, de la edición castellana, no tiene absolutamente nada que ver, ni con el título original ni con el libro. No hay ninguna “pizca de maldad” aquí: según cómo se defina el mal, aquí hay muchísimo o nada de nada; pero seguro que no hay “una pizca”. En la edición inglesa, al título lo tradujeron como “Un crimen perfecto” (A perfect crime), parece una competencia de arruinar títulos: el crimen que se relata aquí no es en absoluto “perfecto”: el asesino no tiene el menor interés en cubrir sus huellas, ni en negar la autoría del crimen, ni en nada que podamos calificar de “perfección” en relación con su crimen. La verdad, no era tan difícil de traducir. Muy probablemente los títulos se deban a decisiones (insondables) de las editoriales, más que de los traductores.
Esta es, en síntesis, una bastante inquietante novela corta, que me recordó por momentos a The catcher in the rye de Salinger, por ese protagonista adolescente tan desacomodado del mundo (solo que este Caufield chino es mucho más apático y, en definitiva, un sociópata hecho y derecho).
Spoiler: si lavan la ropa en el laverrap, mejor no lo lean.
¿Es una novela juvenil? Bueno, no veo por qué no lo sería. Un protagonista adolescente que habla en primera persona, contando sus “aprendizajes” y sin siquiera escenas de sexo: ¿qué más se puede pedir, para una novela juvenil? El libro no está propuesta como novela juvenil por su autor ni por la editorial, pero tampoco lo fue originalmente The catcher in the rye y muchos años después se convirtió, además de uno de los libros más censurados para los jóvenes, uno de los más leídos por ellos (incluso en los colegios).
Y el otro libro que quería comentar es El embarazo de mi hermana (otra pésima traducción del título original japonés, que significa Diario de embarazo y es, por supuesto, muchísimo mejor título), de Yoko Ogawa. Fue publicado en castellano por la editorial española Funambulista, en 2006.
Conecta con el libro anterior norreseñado por la orientalidad de la autora, por lo tétrico, siniestro e inquietante del libro, por la mala traducción del título y por la frialdad apática (tan, de alguna manera, adolescente) de esa narradora jovencita que relata, en forma de diario, el avance del embarazo de su hermana mayor, con la que vive bajo el mismo techo.
Cuentan que muchas embarazadas compraron el libro, en Japón, cuando salió, buscando una historia feliz sobre un embarazo y las intensas sensaciones y mágicos eventos mientras la pequeña vida crece, pero se llevaron una amarga sorpresa (tan amarga como la mermelada de pomelo que la narradora le prepara a su hermana y que se convierte en casi una obsesión): no solo el diario no es de la embarazada, sino de su hermana, sino que todo el proceso del embarazo está descripto en forma extrañada, como algo que sucede muy lejos, en un planeta lejano, sin la menor empatía por la posibilidad del futuro nacimiento ni, tampoco, por la embarazada en sí: una novela muy corta pero muy interesante de leer, que cuenta (a diferencia de “Una pizca de maldad”) algo potencialmente muy positivo y feliz, pero que se narra con tanta apática lejanía como un crimen despiadado.
Spoiler: si están embarazadas, mejor lean otra cosa.
¿Es una novela juvenil? No mucho, tampoco, pero, ¿por qué no podría serlo? Protagonista joven que escribe un diario en primera persona, tampoco hay escenas fuertes de sexo, ni siquiera se toca ningún tema controvertido, la verdad. 100% juvenil, el libro.
¿O ustedes son de los que creen que las novelas para niños y jóvenes deben mostrar un mundo feliz y enseñarles a los lectores a cumplir las normas y a que duerman tranquilos?
Y con esto termino por hoy.