Este curioso y bello libro nos presenta un poema de Salvador Biedma con ilustraciones de Pablo Martín Fernández y fue publicado por Mágicas Naranjas hace muy poquito (segunda mitad de 2021), con la coordinación editorial de Hilda Fernández Oreiro y la edición de Gustavo Gottfried.
Ya es infrecuente tener un libro cuyo texto es un solo poema; pero más inusual aún es este libro en particular, con este extraño poema en verso blanco, sin rima, filosófico pero a la vez divertido y que está repleto de preguntas (y deja en el lector muchas preguntas más), comenzando por la primera, la que inaugura el poema:
¿Le leerías este poema a una vaca?
El poema habla del propio poema y establece con quien lee un diálogo que lo obliga (nos obliga) a dar una respuesta, o muchas. Porque ciertamente, ¿se lo leeríamos? ¿Le leeríamos este poema a una vaca? ¿Y otro poema que no fuera este? Y si fuera a otro animal, ¿se lo leeríamos? Porque la vaca no es precisamente el animal que tiene más reputación de cercanía con lo poético: los pájaros, las mariposas, los tigres, los gatos, los elefantes, hasta los sapos tienen más fama de poéticos que las vacas, así que la pregunta no tiene una respuesta clara y automática: ¿se lo leeríamos, a una vaca? ¿A una vaca no estudiosa, que nunca fue a la escuela todavía? ¿A una vaca sobre la que nadie hizo una redacción y que, peor, nunca escribió ella misma una redacción jamás en su vaca vida? ¿A una vaca común y corriente o a una extraña, con colores y rayas insólitos, que nos mira sin entender, rumiante y (aparentemente) poco interesada en nuestro afán lector de poesía? Y sobre estas cosas discurre divaga e indaga el poema, mientras nos pregunta sin pausa, sin darnos descanso.
¿Para qué animal dirías vos
que es este poema, si no fuera
para una vaca, para todas
las vacas? Para un elefante
parado en la trompa de una mariposa
creo que no es, ¿o vos pensás distinto?
Es, entonces, un metapoema, un poema que habla sobre la poesía y explora cuáles son sus límites, sus fronteras y su sentido. No planteando definiciones y dando certezas, sino por el contrario, dejándonos montones de preguntas, buenas preguntas, difíciles de responder (es decir, las únicas preguntas para las que vale la pena buscar una respuesta). Porque ¿hasta dónde llega, hasta dónde debería llegar la poesía? ¿Cómo encuentra a sus lectores, a quienes la reciben? La literatura ¿es para algunos sí y para otros no? ¿Quién traza esa línea? Y especialmente, ¿qué pensás vos sobre esto? Porque, como dice el poema, yo pienso una cosa, pero ¿vos pensás distinto?
¿O es que no saben
de poesía las vacas?
¿O es que no sabe
de vacas la poesía?
Las divertidas ilustraciones de Pablo Martín Fernández, llenas de color y desaforadas, nos presentan un muestrario de vacas increíbles y de niñas y niños que (quizás) están dispuestos a leerles, además de otros animales (elefantes, ballenas y hasta mariposas) igualmente coloridos y, quizás, hasta poéticos.
En fin: un libro entretenido y a la vez profundo, gracioso e imaginativo, que nos deja, como toda buena obra literaria, con más preguntas que certezas, y que quizás nos impulse a salir, libro en mano, a buscar a la vaca más cercana para compartir con ella un bocado de verde poesía.
Recomendado.
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