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Abel regala soles

Este libro álbum de Istvansch fue publicado por AZ este año (2021), en su Serie del Boleto, con la edición de Silvina Díaz; aunque la obra tiene ya unos años, pues fue publicada originalmente en 2005, en otra editorial (SM) y en un formato más pequeño.


Es difícil comentar un libro de Istvansch sin hablar aunque sea un poco de él. Es de esos pocos autores a los cuales no se los puede presentar diciendo “es un ilustrador” (por más que sí es un ilustrador genial, con una sensibilidad y una pericia técnica incomparables), pues es mucho más que eso, y puedo decir sin ruborizarme ni titubear que escribe literatura mejor que yo y que la mayoría de nosotres, les “solo” escritores. La verdad, no sé cómo hacen en otros países, sin un Istvansch; aquí no podríamos sobrevivir culturalmente sin él, de forma que si Istvansch no existiera, deberíamos (no sé cómo) inventarlo. (Dejo aquí el panegírico, para no parecer exagerado; pero si conocen la obra de Istvansch sabrán a lo que me refiero.)


Este libro (que se luce mucho ahora en su formato grande y cuadrado) es precioso y a la vez profundo. Nos presenta a Abel, un niño que no habla ni sonríe, que siempre se viste igual, que se presenta inmutable y quieto, excepto por una actividad constante que lo define y que aparece mencionada ya en el título: Abel regala soles. Dibuja soles llenos de color y alegría y los regala a todos aquellos que conoce, su familia, sus vecinos, las mascotas de sus vecinos, toda la gente con la que se cruza o a la que quiere darle las gracias: no les da las gracias, pero le regala un sol, a cada uno, siempre.

La repetición infinita del acto de dibujar soles y regalarlos genera un cansancio, en las personas que rodean a Abel, y eso produce, a su vez, una interrupción (Abel deja de dibujar) y un deterioro del mundo entero, simbolizado en una gran tormenta continua que oculta en forma total el sol, el de verdad. Esta crisis universal, sin embargo, no será definitiva, pues la llegada de Candela, la hermanita de Abel, podrá ser un buen motivo para darle al mundo la oportunidad de regalar (y aceptar) un nuevo sol.


Es genial cómo se habla de la condición de Abel (quizás, aunque no necesariamente, en el espectro autista) sin explicitar nada sobre el tema: como en muchas obras literarias, lo que no se dice (y que el lector debe imaginar por su cuenta) es tanto o más importante que lo que sí se menciona, y cuando uno termina el libro no puede dejar de sentirse conmovido por Abel y por su historia, y ya no podemos evitar saber que eso, que Abel regale soles, es una de las claves de que aún haya alegría en el mundo.

Recomendado.


Como bonus track, va un video de la Biblioteca del Congreso de la Nación en el que Istvansch cuenta la historia e invita a narrar con imágenes, mientras pone en acción algunas de las ilustraciones del libro.






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