Esta es otra excelente obra de Faulkner, y probablemente sea la única de sus grandes novelas que puede considerarse luminosa en lugar de oscura. Por primera vez en este recorrido tenemos una historia de amor (junto a otra de crímenes y desgracias, pero bueno: detalles) y uno de los mejores y más memorables personajes femeninos de toda la saga, Lena Grove, la mujer embarazada que decide recorrer a pie el trayecto desde Alabama hasta Jefferson para buscar al padre de su futuro hijo (quien claramente la abandonó meses atrás, aunque ella asegura, porfiada, que no, que solo “se adelantó” a esa ciudad lejana para conseguirles casa y dinero).
A jugar con Faulkner
1. El porqué de una buena acción. En el primer capítulo, Armstid, vecino de Frenchman´s Bend (quien ya aparece en Mientras agonizo), se encuentra a Lena Grove que camina sola y decide ayudarla, invitándola a su casa (él es casado) y organizando que alguien la lleve hasta Jefferson. ¿Por qué motivo Armstid ayuda a Lena Grove?
a. Porque es un buen vecino.
b. Porque está embarazada.
c. Porque le da lástima.
d. Porque es linda.
e. Porque considera que es lo correcto, lo que hay que hacer.
2. La prueba decisiva. Cuando acusan a Joe Christmas de asesinato, hay algo que resulta clave para definir su culpabilidad. ¿Qué es?
a. Se descubre que él era amante de la mujer asesinada.
b. Se descubre que él vendía alcohol ilegal en la propiedad de la mujer asesinada.
c. Se descubre que él tuvo un bisabuelo negro.
d. Se descubre que incendió la casa de la mujer asesinada para encubrir el crimen.
La estructura
La novela nos presenta 21 capítulos largos (suman casi 500 páginas) que alternan las historias de los dos protagonistas principales: Lena Grove y Joe Christmas. Ambos son descastados, parias sociales marginados por no adecuarse a las apariencias y reglas no escritas de la sociedad sureña de la primera mitad del siglo XX: ella por estar embarazada pero sin estar casada, y él porque dicen que tiene un ancestro de “sangre negra”, lo que hace que lo consideren directamente un negro, a pesar de que su piel es perfectamente clara. Al igual que en Anna Karenina de Tolstoi, ambos protagonistas hacen un recorrido inverso: Lena Grove comienza mal pero termina bien (como le pasa a Levin en la novela de Tolstoi), mientras que Christmas comienza bien pero termina muy mal (como Anna). Como en muchas obras de la saga, hay montones de raccontos e historias intercaladas, pero en líneas generales esta es una de las novelas “fáciles de leer” de Faulkner.
El título
Light in August se tradujo como Luz de agosto, y considero que es una traducción pésima, porque no da (para nada) lo mismo ese “en” del original que el “de” que le pusieron. “Luz de agosto” remite únicamente a una cualidad de la luz en un mes determinado; en cambio, “luz en agosto” (el título que prefiero) sí mantiene (bastante) las diversas posibilidades y sentidos que tiene el título original en inglés, que es sugerente y polisémico, como le gustaban a Faulkner los títulos: “luz en agosto” podría aludir a la luz del verano, poneling, pero es, antes que nada, la luz que produce el incendio de la casa Burden, que se ve desde millas a la redonda y que es central en la trama de la novela. También hace referencia a la acción de dar a luz (Lena Grove está por parir), por lo que la novela podría titularse Alumbramiento en agosto, si no fuera por lo fea que suena en castellano la palabra alumbramiento. Y también, claro, “luz” se refiere simbólicamente a la esperanza, a un optimismo por un futuro que, a diferencia de otros libros de la saga, aquí sí se vislumbra como luminoso o, al menos, mejor que el hoy. Light también significa “liviano”, y por cierto este libro es una liviandad, en el contexto de la obra de Faulkner, pero sería aventurado y tendencioso traducir este título como “Liviano en agosto”, por más que ese sentido esté también presente en la obra.
Por todo lo dicho, Luz en agosto, la traducción literal del título en inglés, sería infinitamente mejor que Luz de agosto u otras opciones.
Norreseña
Voy a contar lo que sucede en el comienzo del libro (aviso por si lo consideran espoileo): Lena Grove camina hasta Jefferson porque le dijeron que allí estaba Lucas Burch, su prometido, trabajando en un aserradero. Pero cuando llega se encuentra con otra persona, Byron Bunch: el apellido similar produjo el malentendido. Ahora bien, Byron se enamora automáticamente (y sin ninguna esperanza, al parecer) de Lena, y aunque quisiera no haberlo hecho, la ayuda a encontrar a Lucas Burch, quien está efectivamente en la ciudad y comenzó un negocio de venta de alcohol ilegal junto con un personaje oscuro, Joe Christmas (“Juan Navidad”), un huérfano que cree (porque alguien alguna vez se lo dijo, sin ninguna prueba) que tuvo un ancestro negro, y por lo tanto esas gotas de sangre negra lo hacen automáticamente negro, en la consideración social y en la suya propia. Ese “negro blanco” se ve envuelto, junto con Lucas Burch, en el asesinato de la mujer que los ayudaba, Joanna Burden, y el posterior incendio de su mansión.
Ese es el planteo inicial, básicamente, y la novela va siguiendo las dos líneas de la trama: por un lado, el recorrido de Lena Grove y el amor imposible de Byron; por otro lado, el recorrido de Christmas desde su infancia infeliz hasta su huida, mientras lo persiguen por considerarlo culpable de asesinato.
En general, a mí al menos me sucedió que la gran tragedia de Christmas, el “ser negro aunque no lo parece” me resultó al borde de lo verosímil (siendo lo inverosímil que esa “impureza” racial sea un elemento trágico, como es considerado por todos dentro del libro); así que esa mitad del libro, la de Christmas, aunque interesante de leer y súper bien escrita, me resultó menos atractiva. En cambio, la otra mitad, la de Lena y Byron, me pareció una maravilla, y nos muestra a un Faulkner que podía también escribir, cuando quería, una hermosa historia de amor, que por más desencontrado y destinado al fracaso que estuviera, no deja de ser una historia de amor al fin y al cabo, y tiñe al libro de una hermosa luz liviana, veraniega y esperanzada, que se disfruta enormemente y que recomiendo de corazón. E incluso, si alguien leyera un solo libro de Faulkner, podría ser esta novela y ese lector no se sentiría para nada decepcionado. El final de la novela es maravilloso, por si fuera poco (aunque no diré nada de él, para no espoilear).
Dos curiosidades
Este libro se publicó en 1932, y ya en 1935 fue traducido, junto con ¡Absalón, Absalón! y varios cuentos de Faulkner, al alemán. ¿Por qué? Porque con Hitler ya en el poder, los censores nazis interpretaron (a partir de una lectura muy superficial, por cierto) que Faulkner era un amigo, un ultraconservador racista que promovía el valor de la pureza racial. Sin embargo, poco después de que esos libros fueran publicados en alemán, se ve que alguien los leyó con un poco más de atención y se dio cuenta de que nada que ver, y entonces los libros de Faulkner, flamantemente traducidos, fueron terminantemente prohibidos por los mismos nazis que los habían elogiado poco tiempo atrás. Más curioso aún fue que, aunque los alemanes de la posguerra revalorizaron a Faulkner como un humanista, sus libros no se pudieron leer allí hasta después de 1951, porque las autoridades militares estadounidenses que ocupaban Alemania en los años de posguerra también censuraban a Faulkner (igualito que los nazis) y no autorizaban su lectura.
La otra curiosidad tiene que ver también con una interpretación curiosa de Luz en agosto: muchos la consideraron (y la consideran aún) una alegoría cristiana, con Joe Christmas (“Juan Navidad”, podría haberse llamado aquí) representando a Jesús, incluyendo su calvario y su inmolación; Lena Grove como una Virgen María que da a luz sin que esté presente el padre de su hijo, Byron como un José improvisado, etcétera. Esa lectura me parece innecesaria, forzadísima e incluso poco atractiva para quienes son cristianos, porque no sé qué gracia les causará que se compare a Jesús con un asesino psicópata y a la impoluta Virgen María con una mujer que claramente es cero virgen y ni siquiera está casada (con lo cual es una innegable pecadora, desde el punto de vista cristiano). Pero bueno, qué puedo decir: cada quien es cada cual y baja las escaleras como quiere.
Un fragmento
—Y por el tercer motivo. Una mujer blanca allá afuera, sola. Eso sí te parecerá bien. Al menos eso te gustará.
—Ah, Byron, Byron.
La voz de Byron se volvió terca. Pero igual mantuvo la cabeza levantada.
—No me quedo en la casa con ella. Tengo una carpa. Tampoco está muy cerca. Solo lo suficiente para que yo pueda oírla si me necesita. Y puse un cerrojo en la puerta. Cualquiera puede aparecerse en cualquier momento y me verá en la carpa.
—Ah, Byron, Byron.
—Sé que no está pensando lo que la mayoría de los demás piensa. Están pensando. Sé que está por encima de eso, incluso si ella... si no es para... Sé que dice eso por lo que ya sabe que pensarán los demás.
Hightower volvió a sentarse con la postura de un ídolo oriental, con los brazos paralelos en los costados de la silla.
—Vete, Byron. Vete. Ahora. Sin demoras. Deja este lugar para siempre, este lugar terrible, este terrible, terrible lugar. Puedo leerte. Vas a decirme que acabas de encontrar el amor; yo te diré que acabas de encontrar la esperanza. Eso es todo: esperanza. El objeto no tiene importancia; no para la esperanza, ni siquiera para ti. Hay solo un final para este asunto, para el camino que estás tomando: pecado o matrimonio. Y tú rehusarás el pecado. Es así, Dios me perdone. Será, deberá ser matrimonio o nada, contigo. E insistirás en que sea matrimonio. La convencerás; tal vez ya lo hayas hecho, por más que ella no lo sepa o no lo admita; si no, ¿por qué aceptaría quedarse aquí sin hacer ningún esfuerzo por ver al hombre al cual vino a encontrar? No puedo decirte elige el pecado, porque no solo me odiarías, sino que le transmitirías ese odio a ella. Así que digo: vete. Ahora. Ya mismo. Date vuelta y no mires atrás. Pero no esto, Byron.
(en el capítulo 13)
Respuestas de “A jugar con Faulkner”:
1. Todas las opciones juntas (a, b, c, d y e). “Él empezó a lavar, de espaldas a ella.
—Dice que hizo todo el camino desde Alabama sola y a pie.
La señora Armstid ni lo miró. Estaba ocupada poniendo la mesa.
—Ella va a dejar de estar sola durante un buen rato, antes de que vuelva a ver Alabama —dijo.
—O a ese tipo Burch tampoco, me parece. [...] Dice que alguien en lo de Samson le dijo que había un tipo llamado Burch o algo así que estaba trabajando en el aserradero en Jefferson.
—Y ella cree que va a encontrarlo ahí. Esperándola. Con la casa lista, toda amueblada.
No podía asegurar, a partir de la voz de ella, si lo estaba mirando o no. [...]
—Quizás lo cree. Si lo que él buscaba era escaparse de ella, me parece que se va a dar cuenta de que cometió un gran error cuando se detuvo antes de poner el río Mississippi entre ambos.
Y entonces supo que ella lo estaba observando: la mujer gris, ni gorda ni flaca, dura como varón, trabajadora, en su práctica ropa gris salvajemente gastada y brusca, las manos en la cadera, su cara como la de los generales que han sido derrotados en batalla.
—Ustedes los varones —dijo.
—¿Qué querías que hiciera? ¿Dejarla en la calle? ¿Dejar que durmiera en el granero, quizás?
—Ustedes los varones —dijo ella—. Ustedes los malditos varones.”
2. Respuesta c. Increíblemente, cuando se filtra el dato de que Christmas tiene gotas de “sangre negra” (por más que su piel es blanca) eso hace que todos asuman sin más examen su culpabilidad en el crimen de la señorita Burden.
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