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Nave a Tierra

Esta novela de Martín Blasco fue publicada recién (fines de 2022) por editorial Norma, en su colección Torre Amarilla, con la dirección editorial de Laura Leibiker, edición de Laura Linzuain e ilustraciones de Diego Tollo.


La ciencia ficción es un género que siempre resulta atractivo y permite, al ubicar a los personajes en lugares sorprendentes y situaciones inesperadas, explorar en profundidad eso que somos, los colores de nuestra humanidad. Aquí Martín Blasco (si no lo conocen, ¿en qué planeta viven? Es uno de los mejores autores actuales de la literatura juvenil en castellano) hace un gran aporte al género, con una novela relativamente breve, genialmente escrita, profunda y, por momentos, conmovedora.


El libro nos presenta capítulos narrados en tercera persona que cuentan la gesta: una enorme nave lleva a los últimos humanos hacia un posible planeta habitable, tras escapar de la Tierra contaminada y de una humanidad en peligro de extinción (por sus propias acciones destructivas). Hay un capitán humano, pero quien de verdad dirige la nave es una inteligencia artificial, que recibe, por metonimia, el nombre de todo el enorme transporte que los lleva: Nave. Y Nave, esa inteligencia múltiple, no humana y aparentemente perfecta, aparece también como personaje y narradora, en algunos capítulos que se ven (y se sienten) como poemas en verso (y que contrastan con el lenguaje analítico y ultrarracional que utiliza la misma inteligencia artificial cuando se comunica con los humanos).


En un momento de ese largo viaje de un siglo, los viajeros espaciales pierden contacto con el planeta madre, y durante muchos años se mantiene ese silencio inquietante, que hace presagiar lo peor. Mientras tanto, todo en el viaje parece marchar bien, hasta que Julia Carsen, la psicóloga informática, plantea en la reunión de la tripulación un problema tan difícil de creer que parece más un delirio que una posibilidad real: Nave está fallando, está haciendo cosas sin sentido, guarda información que no nos dice. Pero todos saben que Nave tiene la invariable función primaria de proteger y cuidar a los humanos que viajan por el espacio, así que los temores de Julia son, a todas luces, infundados. Aunque, una vez expresados, se volverán difíciles de pasar por alto, y averiguar qué le sucede realmente a Nave (o qué no le sucede) será, quizás, la clave para que lo poco que queda de la especie humana logre sobrevivir. Y no diré nada más, para no espoilear, porque eso iría contra mi función primaria.


Como dije, la novela está tan bien escrita que es un placer leerla, tiene un ritmo espectacular y uno la termina sin poder parar, y queriendo que hubiera seguido muchas páginas más. Las ilustraciones de Diego Tollo son un gran aporte, no solo porque son muy bellas, sino porque al irse alternando en viñetas, en grandes ilustraciones a doble página y en otras más pequeñas, o incluso a veces como fondo ilustrado para algunos de los poemas-discursos de Nave, esas imágenes van acompasando también el ritmo del texto y colaboran para que la experiencia de lectura sea más satisfactoria aún.


En síntesis: una novela excelente y un gran aporte a la ciencia ficción en la LIJ argentina; la recomiendo con entusiasmo.

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