Esta novela breve de Cristina Macjus fue publicada este año (2021) por AZ, en su Serie del Boleto, dirigida por Silvina Díaz, con la edición de Luz Azcona. Las ilustraciones del libro son de Juan Chavetta.
Las plantas son seres vivos famosos por su tranquilidad y amabilidad constantes; pero no en esta historia, que ya en la primera página nos presenta a una planta feroz y pinchuda que embiste a niños y niñas en el patio de la escuela, decidida a atropellarlo. Tinú, uno de los chicos, gana tiempo toreando a la fiera planta, pero es Clarisa, la maestra de Ciencias Naturales, quien debe reprimir sus impulsos de documentar la escena, enviar las pruebas a un famoso museo (o a la NASA) y hacerse famosa como científica: sus alumnos están en peligro y esa es, incuestionablemente, la prioridad, así que ella, con heroísmo docente, enlaza a la planta mutante con una manguera, como si estuvieran en un espectáculo de doma, y la replanta en su maceta, lo que calma por fin a la planta desenfrenada.
¿Cómo pudo suceder algo así? Quizás (muy probablemente) tuvo que ver el extraño abono que produjeron sus alumnos (un grupo más bien revoltoso, pero lleno de talento) para presentar en la feria de ciencias. Pero algo no está funcionando bien con el descubrimiento: a lo largo del libro se van sucediendo diversos episodios, llenos de acción, en los que la seño Clarisa perderá muchas oportunidades de volverse famosa como Darwin para intentar mantener vivos a sus estudiantes, que una y otra vez se ven amenazados por vegetales inquietos, exóticos y descomunales.
Es este un libro lleno de humor y con un ritmo incesante, súper bien escrito, que se lee de un tirón y se disfruta sin pausa. Las ilustraciones de Juan Chavetta, con tonos oscuros que acentúan los peligros y amenazas de esos seres mutantes, acompañan excelentemente al texto, y uno desconfía hasta de los brotes verdes o los inocentes pimientos que aparecen aquí y allá, al final de los capítulos.
No se pierdan esta apocalíptica pero divertida novela. Recomendada.