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Las cosas por su nombre

Esta novela juvenil de Florencia Serpentini fue publicada por Del Naranjo en 2019, con la dirección editorial de Norma Huidobro.


(De la misma autora y del mismo año es La orfandad de los muertos, que ya comenté en este blogcillo).


Empiezo por la conclusión: me encantó el libro. Me pareció muy original en su planteo, súper bien escrito y disfruté mucho ir avanzando por esos capítulos breve y aparentemente inconexos que van armando, casi sin que uno se dé cuenta, una novela.


El índice está al comienzo del libro, cosa que por lo general no me gusta pero aquí funciona bien, porque uno ve, de entrada, ese largo listado de ítemes diversos (“patines 39”, “toallón de microfibra”, “serpiente venenosa”, “manta de bicho bolita”, ....) y ya te da curiosidad saber cómo se puede construir una novela con un índice así.


La clave aparece en el primer párrafo del capítulo 1, el único que no tiene título. Allí se presenta la narradora, una adolescente que vive sola con su padre (luego nos enteraremos de que la madre los abandonó). Se están por mudar, en dos semanas, a un departamento más pequeño que la casa donde viven, y ella quedó encargada de embalar lo que llevarían allá (“lo menos posible”).


Para eso, y porque es muy organizada, ella empieza a hacer un listado, un inventario (el que ya atisbamos cuando pasamos por el índice del libro). Es el listado de las cosas que hay en la casa, entre las cuales ella deberá decidir qué se llevan y qué queda atrás; pero al hacer el recuento, cada cosa la lleva a recordar a la persona que la trajo, que por lo general es una de las infinitas novias que tuvo su papá en los últimos años: los patines demasiado grandes fueron un regalo de Claudia, el piano fue una idea de Carla, al toallón se lo dejó Sabrina, Danila fue la responsable del costurero canastita. El papá, pronto nos queda claro, está un poco (bastante) perdido en la vida, y haber salido con tantas mujeres es casi una prueba de ello.


Papá no era insensible. Él sentía, pero muy profundo y ninguna novia podía conocerlo de un día para el otro. Era cierto que la mayor parte del tiempo era vago para dar cariño. Como la muñeca de trapo que me había regalado Cecilia. O Danila, ya no me acuerdo. A papá y a esa muñeca les faltaba ruido. Pero a papá, cada tanto, yo le sacaba un poco de música.


Así, mientras ella va armando el listado (la estructura de este libro me recordó a Y por eso rompimos, de Daniel Handler, que también está armado a partir de un listado de objetos que se reúnen en una caja), ella llama a las cosas por su nombre, pero también invoca por su nombre a las ex de su papá (es muy gracioso que “las cosas” se refiera, al mismo tiempo, a las cosas y a las personas que las llevaron allí). Y hacer ese inventario irá llevando a la protagonista a cuestionarse temas importantes de su propia vida y a conocerse a sí misma, quizás, un poco mejor.


La novela tiene humor, ternura y un gran ritmo, a pesar de que prácticamente “no pasa nada”, en cuanto a acciones (toda la trama podría resumirse en una sola frase: una chica embala cosas para una mudanza).


Excelente novela. Recomendada.

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